jueves, enero 05, 2006

Las historias del Monito: "Delivery Boy... Alguien comerá pizza fría"

Con el calor de este enero en Santa Fe y la resistencia de mi novio Lautaro a cocinar en noches como éstas, me vino a la memoria una historia que pasó hace ya bastante tiempo cuando todavía vivía en Rosario. También hacía mucho calor y como no estaba con ganas de cocinar decidí pedir una pizza para comer a un Delivery. No sé en que momento se me ocurrió la loca idea de tener sexo con el pibe que trajera el pedido, lo cierto es que casi automáticamente empecé a pensar en como hacer para provocarlo. Me costaba ingeniar algo para hacerlo caer, de hecho era bastante arriesgado. No sabía con qué me podía encontrar. Otra vez una idea loca y peligrosa ocupaba mi cabeza. Al cabo de más o menos cuarenta minutos, el pibe del Delivery tocó la puerta. Lo único que se me ocurrió fue meterme en el baño, mojarme un poco y al atender el portero eléctrico, pedirle que suba porque estaba en la ducha. El pibe aceptó y en unos instantes sentí el timbre de la puerta del departamento. Tomé una toalla de mano y me la enrosqué en la cintura, obviamente no llegaba a cubrirme del todo y aprovechando eso, dejé mi cola al aire. Abrí la puerta y le dije: “Disculpá que te hice subir, pero me estaba bañando. ¿Cuánto te debo?”. Él se quedó mirándome un ratito y me dijo el precio pero no insinuó nada. Era muy flaquito pero magro, rubiecito, como de 21 años y vestido con jeans y una remera. Estaba todo transpirado por el calor, en su remera se notaban algunos rastros de sudor. No sé cuál habrá sido su reacción cuando me di vuelta para buscar el dinero y dejé ver mi cola que no cubría la toallita que me había atado. Intuyo que me habrá mirado. Mientras buscaba el dinero para pagarle y preparaba mi próximo acto de provocación, él dio el primer paso; “Me darías un vaso con agua” – me dijo. Le respondí algo enseguida y salí caminando hacia él para alcanzarle el dinero. Allí llevé adelante mi segunda arremetida. Hice caer la toallita y quedé frente a él con mi poronga totalmente erguida, de una que no atiné a cubrirme. En ese momento tuve la confirmación que le generaba algo, su mirada quedó fija sobre mi miembro. Yo hice como si nada y caminé hasta él desnudo para alcanzarle el dinero. Le extendí la mano con la plata y le dije: “pasá por acá, a la cocina, así te doy agua y los vecinos no me ven en bolas”. El pibe no dijo nada, entró a mi departamento cerró la puerta y dejó junto a ella una especie de esas heladeritas de camping donde llevaba los pedidos que debía repartir. Yo mientras tanto me agaché a juntar la toalla que estaba en el piso y sin ponérmela caminé hasta la cocina. Él me seguía, supongo que mirándome el culo. Cuando entró a la cocina yo estaba parado con un vaso de agua fría en la mano completamente en pelotas delante de la heladera. Él se dirigió directamente a mí y entonces yo le pregunté si no quería otra cosa. No recibí ninguna respuesta, así que fui directamente al grano: “¿no querés un poco de mi leche?”- le dije. El pibe solamente se sonrió, bebió otro trago de agua y me dijo: “¿y vos, querés de la mía?”. Sabiendo que todo estaba listo le pedí que me deje probar, le desabroché el pantalón mientras lo besaba y me di cuenta que no tenía calzoncillos y que su chota estaba dura como a punto de explotar. En un instante estuvimos completamente desnudos lamiéndonos todas las partes de nuestros cuerpos. Entre sollozos me pidió que vayamos bajo la ducha para seguir y así lo hicimos. Nos metimos en la bañera y allí nos hicimos de todo. Él no se dejaba ganar mamando pija, fue un 69 brutal. Poco a poco nos fuimos dando cuenta que se aproximaba el clímax. Entonces me propuso una idea muy loca; acabar sobre el queso de las pizzas que debía repartir. Salimos del baño, él tomó la heladerita donde guardaba los pedidos, y abrió unas cuantas pizzas sobre las que desparramamos todo nuestro semen. Fue muy excitante ver como se mezclaban nuestros fluidos de placer con el queso caliente. Después de esto se secó, se puso su ropa, guardó las pizzas enlechadas y entre unos besos apasionados se despidió diciéndome: “amo a los clientes que me dan una propina como ésta, otro día te doy mi cola. Me voy porque hay gente que espera su pizza”. Se fue rápidamente y cuando me asomé por el balcón pude ver que subió a su moto y salió a todo lo que da para seguir con el reparto. No me imagina la explicación que dará en su trabajo por la hora y cuarto que perdió conmigo en el baño. Me terminé de cambiar y me dirigí frente a la tele para ver una película y comer la pizza que el pibe (nunca supe como se llamaba) me había traído. Una vez allí no podía dejar de pensar en todos los que en esa noche, cuando se lleven a la boca una porción de pizza, estarían tragando mi semen. Es más, cuando empecé a masticar un pedazo de la que a mí me había tocado no pude dejar de pensar si junto a ese queso no habría algún otro fluido que pudo agregarle el muchacho de los repartos...

4 comentarios:

Päblo dijo...
Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
Päblo dijo...

Tenia un comment con un link a este blog
Pero no era con tu usuario de blogger, solo un link
Lo borre porq no es este el tipo de blog con los q tengo contacto
Disculpa
Suerte
Saludos

Anónimo dijo...

ooye un poco babosas esas pizzas lechosas jajajaja. q sorpresa tiene q ser para el repartidor tu propina!

Anónimo dijo...

I love your website. It has a lot of great pictures and is very informative.
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