martes, octubre 03, 2006

LAS HISTORIAS DEL MONITO: “PABLITO ZAPAS POR CULITO”

Habitualmente todas las situaciones de sexo ocasional son las mejores. Aquellas en las que no esperamos que suceda nada y nos terminan sorprendiendo. Esto que quiero contar ocurrió más o menos de esa manera.
Sin embargo hay otro elemento adicional, y tiene que ver con una pregunta clásica en nuestro mundo: ¿qué puto no tiene la ilusión de encamarse con un compañero de trabajo?, ¿qué puto no tiene en su trabajo un chongo que le inspira las pajas más perfectas? Hasta hace un mes y medio a mí me ocurría exactamente esto con Pablito.
Pablo es el cadete de una de las empresas con las que trabajamos en el estudio contable. Para que se den una idea tiene 21 años, es rubio, de pelo mas bien largo y un poco desprolijo, no tan alto, con cuerpo normal, bastante lindo de carita, con un estilo informal y, lo más importante para mí, siempre usa zapatillas y habitualmente no les ata los cordones.
Apenas comenzó a frecuentar el estudio, venía con un par de zapatillas puma de cuero blanco bastante gastadas que desde un primer momento captaron mi atención e hicieron que me interesara por quien las usaba.
Con el tiempo fue tomando confianza con nosotros y no tardaron en aparecer los típicos temas de broma que se hacen en cualquier oficina. El clima, el fútbol, el tráfico... Nada de todo esto me hacía pensar en la posibilidad de que sea gay. Pablito era solamente un chico más, que me excitaba con la forma en que usaba sus zapatillas gastadas.
Recuerdo que un día de esos en los que llovía y al mismo tiempo había una humedad terrible que mantenía la temperatura alta, Pablito entró al estudio completamente mojado. La remerita que traía se le había pegado en el cuerpo y sus zapas escurrían agua cada vez que hacía un paso. Cuando llegó a mi escritorio, me dejó unos papeles, me comentó algo y se sentó. Yo tomé con total naturalidad ese hecho y no me llamó la atención porque no había gente en ese momento. Sin embargo tuve una bestial erección cuando vi que se había descalzado para sacarse las medias que estaban completamente empapadas.
Sin mirarme me dijo: “disculpame, pero tengo que seguir repartiendo cosas y las medias se me mojaron mucho. Está todo lleno de charcos”.
Yo no le dije nada, pero adentro de mí corría un calor terrible. En ese momento recordé que traía conmigo un bolso con ropa y zapatillas para el gimnasio. Como casi siempre iría apenas salía del estudio. Sin tardar demasiado le dije: “querés que te preste mis zapatillas del gimnasio. Las tengo acá y hoy no tengo ganas de ir. Te las dejo y me las devolvés mañana”. En un principio no quiso, pero después que descubríamos que teníamos el mismo número de talle y seguramente consideró lo que le faltaba recorrer, aceptó, pidiéndome que le guarde las suyas ya que no tenía como llevarlas.
Ese día traía conmigo un par de adidas azules bastante nuevo. Pablito las agarró y se las puso sin medias. A otros esto les desagradaría, pero en mi caso me calentaba más.
Los que ya me conocen, sabrán que usualmente también yo uso los cordones sueltos. Pablo no modificó en nada esto, es más, con un gesto gracioso me comentó: “a mí también me gustan con los cordones sueltos, es más cómodo y cuando hace calor traspirás menos”. No comentamos muchas cosas más, simplemente me agradeció y se fue.
Pero mi calentura estaba al tope, apenas se fue del estudio, corrí al baño y empecé a lamer las zapas gastadas de Pablito. No tardé en quedarme en bolas, solamente calzado con aquel par de zapatillas, para lamerlas, olerlas y penetrarlas, hasta culminar en una magistral acabada en su interior que por supuesto no limpié.
Cuando terminé de trabajar me puse la ropa del gimnasio y por supuesto las zapas de Pablito. Fue hermoso caminar con ellas y unir a mi acabada el sudor de los ejercicios del gimnasio. Mi fascinación fue tal que incluso por la noche dormí con ellas continuando con mis juegos fetichistas.
A la mañana siguiente Pablito vino especialmente a traerme las zapas, además de agradecerme me dijo: “están muy buenas, casi que me dio ganas de quedármelas. Yo me tengo que comprar nuevas y creo que voy a comprarme unas como éstas”.
Ni bien salió del estudio, yo fui al baño con la excusa de guardarlas y me saqué el gusto de olerlas. Allí pude ver que les había puesto talco, lo cual me desalentó un poco y me hizo pensar que nunca se prendería a una fantasía fetichista como la mía. Todo quedó allí.
La sorpresa la tuve más o menos en 20 días. Pablito efectivamente se había comprado zapas nuevas, pero no eran como las que yo les había prestado, sino que coincidían justamente con las que yo mostraba en una foto en mi blog y comentaba que estaba dispuesto a tener sexo con un pibe que las tenga. Por otro lado, las usaba sin cordones, tal cual yo explicaba también en el blog que me excitaban mucho más.
Aquel par de nikes de cuero gris plata para fútbol 5 no me hubiesen llamado mucho la atención si no hubiesen estado acompañadas de toda una serie de gestos inusuales hasta el momento en Pablo y que me provocaban intensamente.
Habitualmente, cuando se paraba en algún lugar desde donde podía verlo, hacía jugarretas con sus pies, de manera de llamar la atención. Yo sin embargo no externalizaba las sensaciones que se me despertaba con esas actitudes.
Todo fue muy tranquilo hasta un día en que me preguntó si podía salir a correr conmigo por la costanera. Acordamos encontrarnos a las 19:00 hs. Cuando llegué ya estaba allí esperándome, con su par de pumas blancas más gastadas que antes. Corrimos un rato y después nos tiramos en el pasto para descansar.
Apenas nos sentamos, Pablito se sacó las zapatillas, las medias y se quedó descalzo. Por impulso yo hice lo mismo y fue entonces cuando estallé al ver que él se ponía a juguetear con una de mis zapas. Mientras la tocaba de mil formas, me comentó que le gustaban mucho, yo le contesté que sus viejas pumas me parecían alucinantes, recordándole el día en que las habíamos intercambiado.
Todo pudo terminar allí, sin embargo, cuando estábamos por irnos, me invitó a su departamento y yo acepté. Una vez allí, casi se quedó en cueros frente a mí mientras mirábamos televisión y tomábamos unas cervezas. En un momento me pidió que lo esperara mientras tomaba una ducha y luego pediríamos algo para comer.
Mientras Pablo estaba en el baño, pude ver que sus dos pares de zapatillas estaban allí delante de mí y no pude con mis impulsos. Inmediatamente estaba oliendo y lamiendo aquel par de pumas blancas gastadas, y en pocos segundos estaba frotando mi pene dentro de las nikes que habitualmente le veía puestas cuando iba al estudio.
En ese estado de éxtasis, no llegué a darme cuenta que Pablo, había salido del baño y me estaba observando a pocos metros. Recién lo percibí cuando me dijo: “prefiero que me la metas en el orto. Te lo preparé con agua tibia mientras estaba en el baño
Sin perder tiempo, nos tiramos en la cama y comencé a penetrar su culo tibio y dilatado, mientras enterraba mi cara en una de sus zapas y respiraba aquel oxígeno de placer que me alentaba a continuar sin pausa.
El placer fue total cuando vi que su culo estaba lleno de mi leche y descubrí que al mismo tiempo en que era penetrado, Pablito frotaba su pene ardientemente dentro de una de mis zapatillas.
Los dos habíamos acabado abundantemente y después nos dedicamos un buen rato a transarnos y lamer, oler, besar y frotar nuestras zapas por nuestros cuerpos.
Después de dos horas de juegos fetichistas, Pablo me explicó que había entrado por casualidad a mi blog y me había reconocido. Si bien nunca se había masturbado con zapatillas, las ideas que yo contaba en mis historias le habían volado la cabeza e incluso moría de ganas de estar conmigo, pero no sabía como acercarse. Tampoco se sentía gay, no era el sexo con hombres lo que ansiaba, sino los orgasmos con zapatillas de hombre. Tan solo que al igual que en mi caso, este deseo fetichista lo había llevado a hacerse un puto inescrupuloso capaz de ofrecer su culo o mamar una pija por pajearse y oler un masculino par de zapatillas.
Aquella noche la pasamos juntos y nos pajeamos todas las veces que pudimos en nuestros pares de zapas. Las pumas blancas de Pablito fueron las más cogidas, estaban rebosantes de leche. Mi par de adidas no estaba mucho mejor, de hecho yo les había orinado adentro a pedido de Pablo.
A los dos días, cuando volví a su departamento me espera ansioso. Para dilatarle el culo me pidió que le dé chirlos en la cola con el par de zapatillas que me había puesto ese día. Eran muy fuertes los gritos de placer que daba, y las súplicas constantes de ser cogido hicieron que no tarde en mandarle la pija bien adentro.
Ese día pude ver que tenía casi destruido el par de pumas que tanto me calentaron la primera vez que lo vi. Rotas como estaban y todo, esa noche le dimos duro.
Desde entonces cuento a Pablo entre mis chonguitos, de vez en cuando nos encontramos y saciamos todos nuestros impulsos, y aunque no hemos podido reproducir los sentimientos de la primera vez, de aquella en la que todo fue inesperado y dio rienda suelta a tanta calentura contenida en silencio, seguimos disfrutando de pasar momentos juntos.
aresmonito@hotmail.com

8 comentarios:

Anónimo dijo...

me encanto esa historia, gracias por volver a publicar una

Anónimo dijo...

Si señor!! Que historia!!
Y es tal cual eso que decis de tener un compañero de trabajo inspirador de tantas cosas...muy cierto

EL MONITO dijo...

Me alegro que la disfruten...

Anónimo dijo...

me resulta comico est de excitarse oliendo zapatillas maloliente y llena de micosis haahaahhaha.
al menos si fueran slips o boxers, jajaja EL MONITO,,,,,que raro todo esto

Anónimo dijo...

yo tengo una zapatilla de esas y quiero encontrarme con vos, pero no para cogerte sino para llevarte a puntazos por el orto con esa zapatilla hasta tierra del fuego putazo reventado

EL MONITO dijo...

qué es raro? y por qué no te metés la zapa en el culo vas a ver lo bien que la vas a pasar

Anónimo dijo...

Otra de las historias mas cautivantes del blog. Casi tan buena como la del taxista. una vez mas bravo!!!!!
Creo que no va a tardar el dia que algun editor freek lleve estos relatos de puta madre a un libro o documental. Si te lo propusieran aceptarías?

Anónimo dijo...

¿de dónde salieron estos pelotudos que te dicen reventado y raro? ¿cuándo será raro ser un hijo de puta violento? muy bueno el blog, monito, recién lo descubro y es alucinante. jorge